jueves, 27 de mayo de 2010

Acaban de dar las once...


Maldito calor, una y otra vez lo siento entrar por mi nariz hasta el fondo de mis entrañas recordándome que estoy viva y haciéndome entender el por qué de la sensación pegajosa sobre mi piel.

Acaban de dar las once y no sé si esto que escribo valga la pena; he estado pensando mis pensamientos todo el día, dándoles vuelta sobre el lápiz -o más bien sobre mi imaginario teclado de la notebook -tal como le doy vuelta a mi cabello sobre mi dedo: enredando y desenredando, jugueteando con las ideas de ida y de venida. Que si la no politización de mi blog porque qué van a decir de mí, que si la identificación con los intelectualoides que hablan de todo y de nada (no según las palabras de un tal Bauman, pero sí según las mías) porque no saben nada de lo uno y desconocen todo de lo segundo; que si los hombres se pueden atrever a decir que darían la vida por una (je donnerai la vie pour te revoir), porque para ellos la vida sí puede implicar un sentido de negación de la existencia, lo que para una mujer resultaría, en esencia, por decir lo menos absurdo; que si la insulsa existencia de un ama de casa envuelta en su soledad acompañada y lidiando con las, a veces, insoportables pequeñeces de lo cotidiano, que si la administración de mi patrimonio personal y la relación de su acusada merma con las políticas públicas y mi nula incidencia en ellas; que si tantas y tantas cosas más que llegan a esta piel cansada de ser usada por mi alma un día más como máscara de sentimientos y a veces como pantalla de ilusiones.

Los días sólo se habían visto pasar como una sucesión de momentos interrumpidos por la noche, la compañera inefable de mis profundidades más oscuras, pero todo seguía ahí, tan sólo listo para ser retomado en cualquier momento en que el poder personal lo permitiera. No es necesario desplazarse materialmente; la conciencia, mente o alma (aún no entiendo bien cuál de ellas) lo hace todo. Sí, es cierto, por el momento se encuentra apaciblemente reposando en la superficie, pero en su interior bullen toda clase de energías, ideas y colores que en su momento serán expuestos para los ojos que sepan ver.

Fue mucho tiempo sin conectarme, sin sentir mis pensamientos fluir a través de mis dedos en la danza de las palabras, estoy viva y seguiré estándolo en la medida en que pueda mantenerme fluyendo a través de mis sombras y mis luces, con mis opacidades y mis transparencias, entregándome a mi esencia y a mi espíritu. Nadie puede quitarme eso, nada ni nadie. Soy la que soy y seguirá siendo, aquí y ahora, mañana y siempre.

Mi manifiesto del ser me hace sentir renovada, emerjo de las arenas de la anodina "realidad" del día a día para sumergirme en las aguas de la otredad y de ahí a la nadedad, todavía.