sábado, 15 de agosto de 2009

Iniciando...


No sé si en realidad se trate del inicio, más bien debería nombrar a esta entrada como "Continuando..."; pero dado que se trata de mi primer intento formal por entrar en el mundo del blog y después de innumerables escritos dispersos en papel de todas clases (desde servilletas de un café hasta hojas donde se suponía que debía redactar algún reporte formal en el trabajo -pasando, por supuesto por aquellas cómplices de celulosa del periodo universitario y preparatoriano), mismos que por supuesto se encuentran igual de dispersos en un buen número de lugares, llegué a la sesuda conclusión de que era necesario iniciar una relación con el ámbito cibernético, en donde quizá, ahora sí, mis balbuceos y divagaciones no se perderán tan fácilmente y en donde, si llego a ser lo suficientemente venturosa, puedo entrar al misterioso -para mí- y paradójicamente expuesto mundo de la retroalimentación cibernética.

¿Por qué no me conformo con la opción que me brindan ya actualmente Facebook y otros servicios para vaciar mi hasta hoy dispersa verborrea? Siempre que escribo en ellos termino con la sensación de quedarme a medias, ya saben, como cuando estás disfrutando tu bebida preferida y ese último sorbo en el vaso que estabas esperando degustar con el último bocado de tu platillo, te es retirado con toda brusquedad por el o la igualmente insensat@ meser@... Sí!! No me siento feliz al publicar pequeños bites de información, y se me antoja como el juego que juegan los niños pequeños de "a ver si me encuentras" cuando uno los está viendo del todo y ya sabe que sólo quieren llamar la atención. Me da mucho gusto enterarme de las novedades en la vida de mis amigos, pero aún así, preferiría algo más sustancioso. También me pregunto si es que no estaré quedando al margen de la tan venerada modernidad, y que por eso añoro las viejas páginas de los libros que hojeabámos cuando niños, o si es que anhelo el tener el tiempo suficiente como para poder escribir esto en lugar de tan sólo publicar algo así como "me estoy muriendo de hambreeeeee". Sé que muchos de mis amigos lo hacen porque viven en el corre-corre que les exigen sus carreras, sus relaciones y sus vidas en sí, pero yo, eterna iconoclasta, me niego a quedarme a medias de mi expresión y sin mi último sorbo, así que estaré aquí defendiendo mi platillo de letras y mi vaso de emociones de esos insensatos meseros que quieren levantar mi servicio antes de entrar a la sobremesa.

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